Este es
el caso de Poncho, un Yorkshire terrier de año y medio que se presenta en
nuestro centro tras un episodio convulsivo, desencadenado, según los
propietarios, por una situación de excitación.
En el
momento del ingreso, el examen general del animal (auscultación, temperatura,
nivel de hidratación…) no revela ninguna anomalía, pero se encuentra estuporoso
y no responde a estímulos, no convulsiona, pero presenta un movimiento de pedaleo
constante, así como signos de síndrome vestibular (*): nistagmo horizontal,
cabeza girada, etc.
Con la información de que disponemos, hay bastantes procesos
que podrían explicar qué le ocurre a Poncho, por lo que necesitamos realizar
algunas pruebas complementarias:
o
Análisis sanguíneos completos
o
Radiografías de tórax y abdomen
o
Ecografía abdominal
o
Electrocardiograma
Todas
las pruebas resultaron dentro de los valores normales y sin alteraciones de
ningún tipo, pero son pasos imprescindibles que hay que dar si seguimos el
protocolo diagnóstico recomendado.
Llegados
a este punto, sólo nos queda recurrir a métodos avanzados de diagnóstico por
imagen, que son la resonancia magnética (RM) y la tomografia axial
computerizada (TAC), para poder obtener imágenes de que está ocurriendo en
sitios de difícil acceso como son, en el caso de Poncho, el interior de la
bóveda craneana.
o
Estudio por resonancia magnética: muestra
una serie de alteraciones en la morfología y señal con lesiones multifocales
que afectan tanto a sustancia gris como blanca. Se aprecia una gran lesión
localizada a nivel del tálamo izquierdo, y también una gran asimetría ventricular
del ventrículo lateral derecho, coincidiendo con un área de atrofia cortical.
o
Estudio del LCR: aumento discreto de células, de las cuales la
mayor proporción son monocitoides.
o
Test de Pandy negativo.
El tipo
de lesiones multifocales orienta el diagnóstico hacia las meningoencefalitis de
origen desconocido (UME), que engloba las meningoencefalitis inmunomediada, granulomatosa
y necrotizante, aunque el diferencial debería incluir las neoplasias primarias
y secundarias (glioma, linfoma o metástasis). No obstante, el análisis del LCR
inclina el diagnóstico hacia las UME.
El
tratamiento de elección en este tipo de procesos es paliativo, orientado a
proporcionar calidad de vida al paciente, ya que no existe tratamiento curativo.
La elección sería: corticoides a dosis antiinflamatorias, pudiéndose
complementar con radio y quimioterapia.
El
pronóstico es de reservado a grave, y viene determinado en gran medida por la
forma de presentación: ocular, focal y multifocal siendo la más grave la
última, y la media de supervivencia de estos pacientes, de 1 a 3 semanas de
vida tras la aparición de los síntomas.
En el
caso de Poncho, a pesar de tratarse de una forma multifocal, la evolución ha
sido muy positiva, con la desaparición de la sintomatología y la mejora del
estado general y de ánimo del animal.
Quiero
destacar la importancia de la realización del examen neurológico, que nos
indicó la localización de la lesión, y con ella, la selección de las pruebas
complementarias más indicadas para ir descartando causas de crisis convulsivas.
En este caso, la posibilidad de la realización de la RM nos permitió alcanzar
un diagnóstico definitivo, que por desgracia no era muy favorable; aunque
Poncho hasta el momento de la redacción de este caso, lleva una vida normal y
no ha tenido más crisis convulsivas.
(*) Un síndrome es
siempre un conjunto de síntomas, por ejemplo el síndrome gripal nos provoca diversos
síntomas como son descarga nasal, fiebre, malestar general, dolor de cabeza…
Cristina Félez
Esteban
Responsable Área Neurología.
Responsable Área Neurología.
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