Hola chic@s, me llamo
Nerón y como mis médicos le han pedido a mi mami que escriba algo sobre mí,
vamos a escribir mi historia o, al menos, parte de ella. Lógicamente mi mami,
me ayudará a escribirla, ya que por razones que aun no alcanzo a comprender, no
sé escribir.
Todo comenzó un día del
mes de septiembre; recuerdo que el día era fresco, por lo que debía de ser a
finales de mes. Me encontraba en un cuarto jugando con mis hermanos cuando
escuché los ladridos de mis papás y pensé: - Bien, nos van a abrir la puerta
para salir a jugar fuera!!!-
Así fue; nos abrieron la
puerta y todos salimos de aquella habitación al unísono y allí se encontraban:
mis papás, mi hermana mayor, mis humanos y otros más que yo aun no conocía. De
repente ví como la que iba a ser mi mami se agachó, me llamó al mismo tiempo
que movía sus manos, yo me acerque, ella me acarició, me cogió y acurrucó en
una mantita.
No entendía muy bien que
era lo que pasaba, pero me llevaban fuera de la casa y un mundo nuevo comenzaba
para mi al lado de mi dueña.
En el camino, recuerdo
que iba sentado encima de mi dueña; me encontraba algo mareado, ya que la
experiencia del coche era nueva para mí.
Al llegar a casa, todos estaban
muy contentos y, pasados unos minutos, mi dueña dijo: - Puff! Que mal huele.-
claro ¿que esperaba?; si venía de estar jugando con mis hermanos en una cuadra…
Me cogió y me dio un rico baño con agua calentita, que agustito me quedé.
Después del baño, paseando por la casa…- Ey!! ¿Qué haces ahí?- vi a uno de mis
hermanos en una de aquellas habitaciones, o al menos en ese momento era lo que
yo creía, e intenté jugar con él; lo invité a jugar conmigo, pero cuando yo
echaba a correr, él no me seguía. Después comprendí que aquello era un espejo y
de que el que jugaba conmigo no era más que mi reflejo, jajajaja.
Al día siguiente, tocaba
la visita al veterinario; me atendió una señora que comenzó a jugar conmigo y, cuando
me vine a dar cuenta, - Uuyy!! ¿Qué es lo que me ha picado?- era la señora que
me había puesto mis vacunas. Yo en ese momento no sabía por qué me lo había
hecho y le reñí; entonces mi mami me riñó a mí. Yo pensaba que ya no me
volverían a llevar más con aquella doctora, pero me llevarían al menos una vez
al año para ponerme mis vacunas.
En fin…Llegamos a mi
momento más estresante; mi primer paseo. Todo me daba miedo, aunque en
realidad, aun hay ruidos que me asustan bastante. Recuerdo que ya abajo, a
punto de salir a la calle, me resistía y tiraba mucho de la correa; no entendía
bien que pasaba; lo único que sabía es que
no quería salir. Estando fuera, todo me asustaba y, de repente veo a uno
de los míos, Nelo; se me quitó el miedo. Éramos de la misma edad aunque yo era
bastante más alto y nos pusimos a jugar. Estando jugando, llegó otro de de la
misma estatura que el anterior, pero de edad mucho más avanzada, Rocky; estaba
ya muy mayor y era el que se encargaba de reñirnos a Nelo y a mí cuando nos
peleábamos.
No todo fue bueno mis
primeros años; mi mami me ha tenido que reñir y corregir mucho para que me
portara bien y… yo lo intentaba, pero es que había algo dentro de mí que me lo impedía.
Mi dueña decía que era por la raza y que somos muy nerviosos; no sé muy bien a
que se refiere. ¿Acaso no somos todos iguales?. Bueno, pues por la raza o por
los nervios, he roto muchas cosas en casa mis dos primeros años, por todo ello
traía a mi dueña loca,- jajaja- pobrecilla, no salía de una cuando la metía en
otra.
Nelo y yo discutimos
cuando yo tenía alrededor del año y, no sé muy bien por qué, creo que fue por
una hembra… menos mal que allí estaba Rocky para ponernos firmes.
Pasó el tiempo y la
familia creció; dos de los humanos que van mucho a casa tuvieron dos cachorros.
Son muy graciosos y disfruto mucho cuando me acarician, pero lo hacen poco ya
que, me excito y como aun no controlo bien mis fuerzas y ellos son pequeños, no
juegan mucho conmigo aun.
Ahora llegamos a los
momentos más intensos de mi vida, o al menos hasta ahora.
Año 2012: era verano y
yo tenía cinco años. España jugaba la final de la Eurocopa; no había nadie por
la calle, todos estaban viendo a la selección y me fui con mi mami a dar un
paseo. Disfruté mucho y corrí de lo lindo; eran poca las veces que mi dueña me
soltaba ya que, cuando me llamaba, me costaba trabajo acudir a ella y no
pensaba que eso me fuese a pasar factura.
Al día siguiente, a la
hora del paseo por la tarde, repetimos. Salimos a la calle y cuando llegamos al
campo mi dueña me suelta, sin percatarse de que me sentiría atraído por una
hembra que había en la acera de enfrente. Ahí estaba ella; algo pequeña de estatura para mí, pero sentí
la tentación de ir corriendo a saludarla, como así lo hice. Crucé corriendo la
calle, sin pensar si vendrían coches o no, mientras mi dueña me llamaba…pero no
lo pude evitar. Cuando saludé a mi amiga, me acordé de que había dejado a mi
dueña sola. Volví corriendo para ir a buscarla y, cuando me vine a dar cuenta,
no pude frenar y tuve un accidente. Me había atropellado un coche o, más bien,
yo atropelle al coche.
Después del golpe me
quedé sentado en la calle, intenté ponerme de pie, me dolía todo el cuerpo
y…-Oh, no!! No puedo apoyar una de mis patitas.- La mamá de mi dueña se quedó
conmigo y sabía que me tocaba ir a ver al doctor y es que me dolía todo, pero
nada que ver con el dolor de la pata. Llegó mi mami y me subió al coche, me acosté
y nos pusimos rumbo al doctor.
Cuando llegamos no
conocí el lugar, me habían llevado a otra clínica, pero me daba igual, lo único
que quería era que me quitaran este dolor tan intenso.
Nada más llegar me
atendió una doctora, Sara. Me reconoció y valoró mis heridas: mordedura en la
boca, varias quemaduras, varios hematomas y
me realizó una placa para ver el alcance de la lesión de mi patita.-
Vaya, no pensaba que fuera más que la patita-.
Como iba muy nervioso,
me inyectaron un calmante para poder hacerme la radiografía, otro susto. Corriendo
me asistieron porque, según dijeron, no respire por un momento (tuve una
apnea), pero fue solo eso un susto.
Me hicieron la radiografía
y le dijeron a mi dueña que tenia dislocada la cabeza del fémur. – Es cierto
que yo siempre he estado algo loco, pero…¿Por qué tengo loca la cabeza del
fémur?- no lo entendí, solo sabía que quería que me curaran. Mi dueña me dejó
allí, me llevaron a una habitación y me metieron en una jaula…seguía sin
entender que pasaba; nunca me había dejado en el veterinario y se había ido,
así que hice algo que no me costaba mucho hacer: me enfadé.- No los conozco y
me deja aquí!!- pensé.
Pasé muy mala noche, no
conseguía acomodarme en el habitáculo. Cuando me relajaba un poco venía Sara a
echarme un vistazo, le volvía a reñir. También tenía algo cogido a una de mis
patas. Era como un tubito, el cual me hacia la puñeta cada vez que me movía
porque se me enredaba en las patas.
A la mañana siguiente
había mucho revuelo. Habían llegado más doctores; eran muchos y todos pasaban
por allí y yo más me enfadaba, aunque no me servía de mucho. Entonces escuché una
voz, me era familiar, oí mi nombre y a los dos minutos aparecieron por las
puertas mi dueña y su mamá. Me alegraba de verlas, pero seguía enfurruñado
porque me habían dejado solo y además me sentía muy cansado.
Estuvieron poco tiempo,
pero vinieron, que era lo importante. Pasado unas horas vuelvo a notar que
viene alguien otra vez, les riño pero entonces hacen algo y me entra mucho
sueño…
Comienzo a despertarme;
he dormido muy bien pero noto algo raro, me habían operado la pata. – Bien, ya
no la tengo loca!!-.
Pero a las pocas horas
me dolía mucho todo el cuerpo y notaba que mi patita estaba muy caliente.
Al día siguiente,
vinieron a recogerme. Tengo la pata algo inflamada, pero me dejan irme a casa.
Me pongo muy contento. Al llegar busco enseguida mi cama; está en la habitación
y allí me acuesto. Pero comienza a dolerme todo otra vez, voy a tomar algo de
agua y vomito, la pata la tengo bastante inflamada, no quiero comer. Mi mami lo
intenta pero yo me resisto, no pruebo nada y con las mismas me vuelvo a acostar;
me dolía todo…
Por la noche el dolor
era tan intenso que no podía quedarme quieto, pasé toda la noche llorando. Por
la mañana me seguía doliendo y, como no me encontraba bien, no comí. La pata la
tenía muy inflamada y mi dueña decidió llevarme otra vez al veterinario.
Me volvió a ver ese
hombre tan alto con el que no me llevo muy bien: J. Ignacio. Me vuelve a
reconocer la patita y, aunque sin apenas fuerzas, le gruño bastante.
Allí me quedaré algunos
días ingresado; lo pasé muy mal al principio, me dolía todo; las curas eran
interminables y yo solo quería una cosa, estar tranquilo. No sabía que es lo
que era pero por el tubito que volvía a tener en la pata, me daban algo para el
dolor y…funcionaba, ya lo creo que si funcionaba, aunque la pata continuaba
bastante inflamada.
Pasaron varios días, dos
semanas más o menos. A lo largo de estos días apenas he comido, no tenía
apetito, pero mi dueña venía a verme; me introducia la comida en la boca y me
obligaba a comer,- que pesada!- pensaba y me lo tragaba sin apenas fuerzas.
Me vuelven a dormir y
cuando me despierto veo que ya no tengo mi patita inflamada, aun queda algo
pero nada que ver con como estaba y me doy cuenta de que tengo algo en la pata.
No sé que es pero dicen que me ayudará para que la pata no se me vuelva a
inflamar (drenaje). -Me voy a casa!!!-.
A los pocos días vuelvo al
hospital para que me revisen; me alegro de verlos a todos, ya los conozco. Los
saludo pero que no me toqueteen mucho. Yo en casa hice de las mías y me quité
casi todos los puntos; me riñen un poquillo, cosa que no entiendo, - ¿encima
que os ahorro la molestia de quitármelos?-; me quitan los poco que me quedan,
me duele y me vuelvo a enfadar. Me ven otra herida nueva, provocada por apoyarme
siempre sobre el mismo sitio: upp en el codo de la pata delantera dcha. Una
cura más…
Toca una de rayos; noto
otro picotazo y me vuelve a entrar mucho sueño… nada, me quedo de nuevo por la
inflamación volvía a tener la cabeza del fémur loca (luxación de cadera) así
que, tocaba pasar por quirófano y me vuelve a operar ese hombre alto que no me
cae nada bien.
Cuando me despierto
vuelvo a notar ese ardor en mi pata y me noto algo raro por debajo,- ¡oh, no!
Me han castrado, pero…¿Qué están haciendo conmigo?-.
Total, ya no hay
remedio. Paso allí la noche y a la mañana siguiente me vuelven a realizar
curas; me enfado de nuevo con el hombre alto, - no le perdono lo de abajo-. Me
quedé allí de nuevo varios días.
Vuelvo a tener inflamada
la patita y me colocan otra vez el drenaje, cosa que me da igual porque me voy
a casa con los míos.
Mi dueña me realiza las
curas tres veces al día; cada vez que me hace una tardamos casi una hora, ya
que me enfado mucho con ella, me duele y no me dejo. Uno de los días en la cura
de la mañana me vuelvo a poner alerta, pero comienzo a escuchar algo distinto:
ha puesto música, creo que era para relajarse ella mientras me curaba. Pero,
sorprendentemente, me relajo yo también. Esta vez hemos tardado menos y, aunque
me ha dolido un poco, nada que ver con lo de estos días atrás, gracias a Pablo
Alboran y su “Te he echado de menos”.
Vuelvo a hacer de las
mías – jajaja, me he quitado de nuevo los puntos-. Mi dueña me lleva de
urgencias al hospital.- Pero si eso me lo arreglaba yo con dos lametones!!!-.
Allí me atiende alguien que
no conozco. Carmen, tranquiliza a mi dueña y le dice que está bien,- Ves?, si
yo sabía que no era para tanto-. Cuando estamos saliendo, Carmen observa una
asimetría en mi lomo; otra vez me vuelven a dormir… Bolsa de pús en el lomo,
drenaje y otra cura más,- ¡que cansado estoy ya!-.
Pasado unos días voy a
la clínica de nuevo, -que raro ¿no?- los saludo a todos, me encuentro bastante
bien, algo raro al andar pero de la alegría que tengo de verlos apenas noto
nada. Germán, me quita el drenaje del lomo; dice que lo tengo muy bien. Me revisan
el resto de las heridas; la quemadura va bien y la úlcera, cada vez tiene más
tejido nuevo, se está cerrando muy bien.
Parece que todo está
terminando. Me vuelve a entrar sueño,
claro toca radiografía…
Despierto y escucho como
están hablando de mí. J. Ignacio le está informando a mi dueña que volvemos a
tener el problema en la pata; el hueso vuelve a estar fuera y propone la
amputación de la cabeza del fémur. – Este ¿no ha tenido bastante con lo de
abajo?!!- y mira que ya no me caía tan mal, pues otra vez me enfado.
Pasado unas tres semanas
me vuelven a operar, y me noto algo mejor; me dolía y sentía quemazón en la pata pero no era como las
otras veces. Efectivamente, me ha amputado la cabeza del fémur y aunque cojeo,
ando bastante bien. Mientras me están realizando la cura en el quirófano, mis
nuevos amigos me ven algo nervioso y comienzan a cantarme el repertorio del
Alborán, pero no es lo mismo. –jajajaja-.
Me vienen a buscar y por
fin me voy a casa, aunque tengo que volver una vez por semana durante un mes a
revisión; debo de andar mucho pero no tenía ganas de nada y mi mami, me obliga
a salir a la calle a dar mis paseos. No quiero porque me duele y me cuesta
bajar y subir los escalones por lo que me cogen durante la primera semana para sortear
el tramo de escaleras. Estamos poco tiempo paseando, pero no me deja parar. Cuando
llego a casa estoy tan cansado que me acuesto un poco y se me pasa con ayuda de
mis pastillas.
Conforme van pasando las
semanas voy mejor. Me van retirando poco a poco la medicación y lo noto; me
pongo muy nervioso cuando me va tocando la hora de la pastillita y no me la
dan… pero lo llevo con resignación.
Por fin llegamos a la
última revisión. Vuelvo a saludarlos a todos muy contento: Gloria, Germán,
Carmen, Alcori,… e incluso,- increíble!-, me da alegría de ver a J. Ignacio y
también lo saludo. Entro a consulta y la cosa comienza a cambiar. Me comienza a
tocar la pata y me enfado, pero esta vez enseguida me deja. – Está todo bien,
tiene casi el 100% del movimiento- dice este y me da de alta. – Se acabó!!-.
Todo ha terminado. Me
queda mucha rehabilitación, ya que no tengo apenas musculatura, pero mi dueña
ya se encargaría de darme de tres a cuatros paseos diarios de una hora cada
uno. – ¡Que cansina!- ,pero me viene muy bien.
Volví a consulta, pero
ya solo era para mi vacuna. Saludé a las que allí se encontraban: Gloria,
Carmen y Alcori… Me la pusieron, me dieron mis chuches y me querían llevar ya a
casa pero comencé a tirar de la correa. Consigo que me suelten ya que, no hay
nadie en la sala de espera y el jefe no está,- jajaja, me siento como en casa-
. Voy hacia mi habitación, esa en la que he pasado tantos días metido; huelo mi
jaula pero cuando noto que vienen detrás salgo de inmediato; más vale salir no
vaya a ser que me vuelvan a dejar. Me doy mi vueltecita por allí; repaso la
sala de rayos, me asomo al laboratorio e incluso casi entro al quirófano pero,
Carmen, mi médica me lo impide y observo que sigue todo en orden. Todo sigue
igual.
Ya solamente espero ir a
mis revisiones para desparasitarme y mis vacunas. He sacado algo muy positivo
de todo esto y es que tengo muchos y muy buenos amigos: mis veterinarios, a los
que les agradecemos por la paciencia y el trato que me han dado en este largo
proceso.
Sé que saben de mí, ya
que mi dueña les manda fotos mías de vez en cuando. La última fue hace unos
días y estoy en la playa. Os cuento mi novedad, - me da miedo de las olas; cada
vez que se acerca una, echo a correr- pero que agustito me quedé cuando
veníamos de vuelta.
Ahora sigo con la
rehabilitación. Sigo caminando y corriendo cuando puedo pero sin alejarme mucho
de mi dueña. Sigo igual de sin vergüenza que siempre pero cuando me llama acudo
o me paro, algo más relajado pero aún hago de las mías sobre todo cuando quiero
mis chuches. Disfruto más de los míos en casa, estoy más relajado y juego con
los peques cuando vienen.
Esperamos que os haya
gustado. Sabemos que con unos cuantos párrafos más, sería igual de largo que el
Quijote, pero esa ha sido mi historia y mira que se han quedado cosas en el
tintero. Agradecido por todo, os saluda vuestro amigo, NERÖN.
P.D.: Sé que no os hemos
nombrado a todos, pero sois muchos y no me acordaba del nombre de todos, pero
os llevo en el corazón. Nerón.
Nerón y Carmen.
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